viernes, 24 de agosto de 2012

Fénix, ave dorada, también sirena,
el día en que el agua nos inunda
  tu cuerpo se separa,
  nada y te diviertes.
Cada tanto, nuestros cuerpos en contacto

bajo el agua, las manos, los brazos
decorados por el sol ardiente que bate
la superficie de la marea fria,
el constante beso mojado,
de agua con agua enjuegado,
tu piel fresca en la mía,
en roce extenso, frotación rasgada
buscando la morada
del sentir, metros cuadrados
de sensaciones inmensas,
ropa con carne en abrupto roce,
carne con carne resbalando,
arriba sonrisas
  e incógnitas del amor abajo;
  espalda con espalda,
  espalda con tronco,
  pecho con brazos,
  con pecho enlazados,
sensación sutil e intensa tras despegarnos
en el regreso del uno al otro.

Mientras te veo
el agua renace
al usar tu cuerpo flotante
que extiende los brazos al avance
y pedalea con piernas ágiles;
ola tras ola caen los tramos
en tu bañador azul, dorado,
malva, negro, rosa, irisado...
toda la gama me muestras de tus encantos
   de sirena sin disfraz,
sirena real de las aguas saladas o dulces
olímpica nadadora de superficie,
     que entrevee
     el cuerpo delfínico que esplendes,
sutil magulladora bajo las ondas
en azul de encantos arcanos y deseados.

Mientras te veo
escribo estos versos deslumbrados,
ambos ojos puestos
en el mar donde deambulas
   -única razón de su existencia-,
ola tras ola, inmensa,
ocultando tu cabellera
 para que el fuego no prenda
 sobre las aguas,
con mirada pausada cuando ante mí pasas,
sonrisa pícara a la distancia
en connivencia secreta y beso volado
sin importar otros nados,
otros nadadores que envidiosos
      quedan deslumbrados
      por tu belleza
      y nuestro halo conectado.

Ola tras ola la marea embargas,
calle tras calle la piscina dominas,
se rinden a tus pies, a tu cuerpo,
sirena de la noche,
aquella sirena de los carnavales
    era pálido reflejo
    de tu esencia cierta,
    hechicera, imponente, absolutizadora.
Quizás quede en la leyenda aquel disfraz,
quizás las fotos sean permanente constancia
 de tu entrada fulgurante en azul,
mas no podrá superar tu natural
            condición de sirena real,
permutadora ígneo-acuática,
mutante de todos los mitos,
             de todas las leyendas;
en ellas te transformas,
mientras el agua sirve de lecho
al más primoroso cuerpo
imagino a los sufrientes griegos
 cayendo abatidos
 ante tus encantos,
míseros mortales cautivados
por ese cuerpo tendido y extenso
y plácido y cuna y nido del deseo.

1 comentario:

  1. Creo que ya te lo dicho en varios sitios... es... divina ♥
    Asias... (k)♥♥

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